Los dos años anteriores a la pandemia fui invitado por Microbank (Caixa) a acompañar la presentación de su magnífico producto financiero EASI, con un speech titulado: “El futuro de la empresa social: factores para el éxito”. Mano a mano con Andrés Martínez, CEO del Grupo CECAP, viajamos por toda España hablando a emprendedores y responsables de entidades sociales de las virtudes del emprendimiento social.

Uno de los aprendizajes de esta experiencia fue la imperiosa necesidad de reivindicar el papel del emprendimiento social y colocarlo en el lugar que merece. A veces parece de segunda categoría y propio de personas con muy buen corazón pero no suficientemente preparadas. O incluso que no saben hacer otra cosa. Para labrar la autoestima hacíamos mención a la caja de aspirinas. ¿Sabes la diferencia entre un producto o servicio aspirina y un producto o servicio vitamina? Aspirina es lo que te quita el dolor de cabeza. La vitamina no tanto, mejora las prestaciones pero no es imprescindible. A la hora de emprender es importante buscar ideas aspirinas, aunque realmente no es sencillo. Esa es la clave.

El emprendimiento social es actualmente una gran oportunidad. ¿Por qué? Porque es pura aspirina. Responde a una necesidad real. El emprendimiento, o es social o se aleja de su esencia. Brota de una vocación a mejorar el entorno en el que vivimos, a menudo afectado de una salud delicada en forma de injusticia, desequilibrio social y económico, discriminación, ausencia de sensibilidad medioambiental, etc… En definitiva, de falta de conciencia y propósito. Me atrevía a afirmar en público que, el emprendimiento del futuro, o es social o no será emprendimiento.

¿Cómo poner remedio a estos males del mercado? Hay demasiadas vitaminas que, en muchos casos, son puro efecto placebo… No curan, no quitan el dolor. Los negocios anclados en productos o servicios que no cubren una verdadera necesidad en el mercado tienen más posibilidades de fracasar. Se alejan de una oportunidad real. Por ello es responsabilidad de todos colocar el emprendimiento social en un lugar privilegiado.

Y esto no es retórica. El 60% de los consumidores está dispuesto a pagar un sobre precio del 10% por productos respetuosos y provenientes de la economía social. Afortunadamente es creciente la sensibilidad hacia lo sostenible en sentido amplio, nuevos hábitos de consumo responsable, nuevos nichos basados en economía circular y colaborativa. Un ejemplo es el notable incremento de la compraventa de artículos de segunda mano. Durante 2020 España ahorró a la atmósfera una cantidad de CO2 equivalente al que genera el tráfico en Madrid durante siete meses, según señala el estudio “El efecto medioambiental de la segunda mano”. Como apostillaba durante la tourné el entonces presidente de Microbank, don Antonio Vila -quien nos acogió y trató con un enorme cariño-, el objetivo es “contribuir a cubrir verdaderamente las necesidades del mercado a través de un gran impacto social”.