En la película Cadena de Favores (Mimi Leder, 2000), basada en la novela homónima de Catherine Ryan Hyde, puede verse una interesante propuesta de cambiar el mundo a mejor. La idea consiste en ayudar a tres personas de forma desinteresada, provocando que éstas ayuden a su vez a otras tres. Y así sucesivamente.

Podríamos pensar que la generosidad está reñida con el mundo de los negocios, asociado según la leyenda negra a una lucha sin cuartel en la que los actores atienden únicamente al propio beneficio. Y es verdad que uno se topa con individuos interesados que se sienten el ombligo del universo, buscando sacar el máximo provecho (con legitimidad o sin ella) de cualquier situación. A corto plazo pueden ser más exitosos pero a la larga su mala reputación acaba por cerrarles las puertas.

Sin caer en un ingenuo y vacuo moralismo añado dos apuntes de mi propia experiencia. El primero es que los emprendedores más brillantes que he conocido son aquellos que tienen el “sí” por bandera. Dispuestos a ayudar, sin miedo a equivocarse con una inequívoca tendencia a “meterse en charcos”, que aceptan retos sin que una visión calculista les paralice. En segundo lugar, constato que los proyectos o resultados más interesantes siempre los he encontrado después de dar primero, sin esperar nada a cambio, o quizá sin tener la certeza de que pudiera haber una inmediata recompensa. Creo que la vida siempre paga con creces la generosidad cuando no se busca de forma premeditada la contrapartida.

Para Adam Grant, autor del libro Dar y tomar, las personas generosas tienden a ser más exitosas en la vida y la generosidad es la clave principal de sus logros. Su investigación nos muestra que el éxito depende en gran medida de la forma en que nos aproximamos en nuestras interacciones con otras personas. Cada vez que nos relacionamos con alguien en el ámbito personal o profesional tenemos que hacer una elección: ¿somos tomadores o dadores?

Las personas generosas son más exitosas debido a que construyen mejores reputaciones y relaciones más sólidas basadas en la confianza, que les permite aumentar sus redes de relaciones y así tener mejores oportunidades. En definitiva, ¿quién no querría hacer negocios con alguien generoso?