Muchos ven en el emprendimiento una manera de alcanzar un envidiable estado de autonomía y libertad sobre qué, cómo y con quién trabajar. Sin embargo, llegan las fechas de verano y no tantos pueden o saben desconectar de su actividad.
No disfrutar de días de vacaciones va totalmente en contra de ese sueño. Aunque no lo queramos admitir, tenemos que descansar. Descansar para observar todo con nueva perspectiva y recargar energías necesarias para abordar nuevos retos y proyectos. Para conseguir el éxito es preciso ser coherente. Si el cuerpo y la mente no están descansados, la capacidad de creatividad y el rendimiento descenderá. Debe haber tiempo para todo. Si no duermes bien, no comes adecuadamente, no dedicas tiempo a los tuyos y no tienes suficientemente ocio, tu vida se va degradando.
La excusa de que no me hacen falta (vacaciones) no sirve. Como tampoco mi empresa no es nada sin mí olos clientes me necesitan. Es falso. Si un negocio depende de que su protagonista no puede desaparecer dos o tres semanas hay algo que no funciona. Quizá ocurra al contrario, la posibilidad de que las cosas se tuerzan se incrementa cuanto más tiempo pasas absorbido por el trabajo.
Para un emprendedor, las consecuencias de no tener vacaciones son más graves que las de pasar unas cuantas semanas desconectado del proyecto. El guerrero no descansa nunca de sus batallas, pero sí se aparta de la primera línea y permite que otros, por momentos, ocupen su lugar. Sirva de inspiración la leyenda de Ogier, el mítico guerrero durmiente danés que, ahorrando energías, sólo despertará para enfrentarse a los peligros que amenacen a su país. Así que, predicando con el ejemplo, cierro este blog hasta septiembre. ¡Buenas vacaciones!