Entre los anglicismos que se han incorporado a la jerga emprendedora destaca uno que últimamente leo con frecuencia en informes o artículos más o menos especializados. La decisión definitiva de escribir estas líneas sobre la side hustle revolution surge después de visualizar un inspirador video TED presentado por Nicaila Matthews Okome, creadora de la plataforma divulgativa “Side Hustle Pro”.

Literalmente, hustle podría traducirse al castellano como “ajetreo” o “trajín”, es decir, un tipo de actividad realizada de manera intensa y presurosa, quizás sin demasiado concierto. En el contexto emprendedor se ha acuñado como una actividad añadida, un emprendimiento adicional –side– que completa los ingresos obtenidos por un trabajo en formato de cuenta ajena. Esta práctica está tomando auge en sociedades donde crecen los contratos a tiempo parcial. En Europa, la cifra de empleados a tiempo parcial asciende al 19%. Es en Países Bajos donde aparecen más personas empleadas bajo esta modalidad con prácticamente la mitad (49,8%) de todos sus contratos de trabajo. Le siguen Austria (27,9%), Alemania (26,9%), Dinamarca (25,3%), Reino Unido (24,9%) y Suecia (23,3%) -paradójicamente los países con menos tasas de desempleo en Europa-. En España, la cifra de contratos a tiempo parcial se sitúa en torno al 15%, por debajo de la media.

El side hustle no es estrictamente un segundo trabajo, que normalmente surge de una necesidad. Nace, en cambio, de una inquietud o vocación emprendedora. Tampoco se trata de lanzarse a un emprendimiento adicional porque odias tu trabajo o porque estás poco comprometido con él. Más de setenta millones de americanos tiene un side hustle, lo que significa el 45% de la fuerza laboral en EEUU. Se trata de una actividad que se realiza en paralelo al trabajo principal, permite desarrollar competencias diferentes, además de ofrecer unos ingresos extras. Apple, Under Armour, Yanke Candle nacieron así, como side hustles, entre garajes, noches en vela y mucha determinación. Sus promotores lograron convertir sus aficiones en compañías multimillonarias. Pero no siempre tiene que ser así. Imagina que en tus ratos libres te gusta pintar cuadros. Podrías empezar a venderlos o incluso montar un pequeño ecommerce.

Generaciones no tan lejanas aspiraron, durante décadas, a un puesto de trabajo a tiempo completo. Hoy, sin embargo, las circunstancias han cambiado. El mercado de trabajo del presente, pero sobre todo del futuro, más dinámico y flexible, debería permitir- me atrevo a decir estimular- este tipo de fenómenos híbridos. Y de esta manera hacer compatibles fuentes de ingresos más o menos estables con el desarrollo de pequeñas actividades emprendedoras. Quizá con la vista puesta en probar si realmente merece la pena, en un futuro cercano, lanzarse al negocio full time. Una especie de ensayo.

Trabajar para fomentar una cultura de emprendimiento pasa por ser disruptivos y mostrar, sobre todo a los más jóvenes -entre ellos las cifras de contratos a tiempo parcial se disparan-, formatos alternativos a una tradicional y unidireccional carrera profesional. Que en España todavía seguimos atados a la cultura del trabajo a jornada completa lo demuestra que seis de cada diez contratos a tiempo parcial firmados son de carácter involuntario; es decir, que el trabajador hubiera preferido ser contratado por más horas, pero no le dieron elección. Esta cifra duplica la media europea (el 28%), constatándose en el resto de países de nuestro entorno una mayor conciencia de flexibilidad y, por tanto, mucha más apertura y predisposición al “trajín” del side hustle.